68. Mi hotel es un pueblo
Lee el siguiente texto adaptado de un artículo publicado en el diario español El País y escribe un breve folleto sobre el alojamiento rural Las de Villadiego.
Luego explica qué es un albergo diffuso en Italia.
¿A
qué tipo de turistas aconsejariás una estancia en Santo Stefano di
Sessanio? ¿Te gustaría alojar en Borgo Giusto? ¿Por qué?
Mi hotel es un pueblo
De Huesca a Málaga, aldeas abandonadas cuyas casas y calles se han convertido en habitaciones y pasillos de una original fórmula de alojamiento rural
Los
mapas esconden aldeas deshabitadas a las que el progreso fue dejando
al margen de las rutas principales. Ruinas sin techo de las que se
habían olvidado hasta sus antiguos habitantes. Pero el interés por
disfrutar de destinos auténticos y de entornos naturales ha
propiciado en algunos casos la recuperación de pequeñas poblaciones
como alojamientos turísticos.
A
veces sus instalaciones ocupan el pueblo por completo, otras veces
gran parte.
España,
Portugal, Grecia, Croacia y Suiza esconden algunos ejemplos, e Italia
tiene incluso una figura turística propia: albergo
diffuso
(algo
así como posada dispersa).
Muchos
parten de iniciativas familiares, otros son el resultado de la compra
de las casas. Pero todos intentan contar una historia y regalar una
experiencia llena de tradiciones a sus huéspedes.
La
provincia de Burgos tiene 403 pueblos que no llegan al medio centenar
de habitantes. Villalibado
perdió
sus últimos dos vecinos permanentes en 1998,
según indica el calendario que encontró Juan Asótegui en una de
las casas en ruinas. Profesor de dibujo y amante de la arquitectura
popular, convenció a sus tres hermanos para rehabilitar esta aldea a
35 minutos de Burgos, donde los antiguos vecinos hacían pequeños
arreglos de año en año para recuperar sus caminos mientras los
muros se caían por turnos.
Todo
empezó en 2006, con la compra a un amigo y antiguo vecino del pueblo
de El
Torrejón,
una torre medieval desmochada que formaba parte de una casa
solariega. Después compró toda la manzana, cuatro casas, y con
ayuda de un albañil Juan
volvió a levantarlas. Así nació el
alojamiento
rural Las de Villadiego,
un complejo de turismo dividido en dos partes: La Solariega, formada
por siete casas rurales con piscina y por El Torrejón, que se
alquila para eventos, y El Convento, una casa para 12 personas más
un hotel rural para 14 con pista de pádel y piscina.
Tienen
un restaurante, enBarbecho,
que está abierto en julio y agosto (el resto del año solo bajo
demanda).Alojarse
en Las de Villadiego cuesta entre
60 y 70 euros por persona el fin de semana.
La mayoría de sus huéspedes son extranjeros.
En
Italia se creó en la década de 1990 la figura del albergo
diffuso,
que define los alojamientos cuyas instalaciones —desde habitaciones
hasta recepción, restaurantes y otras zonas comunes— están
dispersas por varios edificios de una aldea o un pueblo. Existen
desde hotelitos austeros y bed and breakfast hasta hoteles de diseño.
Uno
de los primeros albergo diffuso fue Santo
Stefano di Sessanio,
un
proyecto de diseño con una estética pretendidamente tan austera
como la de la época de la que data esta aldea medieval amurallada.
Está
en la provincia de L’Aquila. Las habitaciones dobles, desde 198 a
493 euros la noche, mantienen la esencia íntegra de la residencia
tal y como eran en la Edad Media. Las recetas que se preparan en sus
restaurantes (L’Elisir del Poeta, Locanda Sotto Gli Archi Sextantio
y Locanda del Palazzo) responden a esta misma filosofía de lo
esencial y la recuperación de las tradiciones.
Borgo
Giusto
es
un albergo
diffuso
de alta categoría a 18 kilómetros de Lucca, al noroeste de la
Toscana. Fueron los Gaffino quienes reformaron esta aldea, que se
remonta al siglo XVII y donde nacieron varias generaciones de esta
familia, como el bisabuelo de Francesca Gaffino, amigo del compositor
Giacomo Puccini, natural de Lucca, que solía visitar el lugar.
Empezó como un bed
and breakfast,
pero ahora hay hasta piscina y spa. “Mi padre se empeñó en
recuperar nuestro pueblo, haciéndose con las casas abandonadas tras
la Segunda Guerra Mundial y las rehabilitó. Los nombres de los
vecinos se pueden leer en las casas. Puedes ver la casa de María,
del policía, del cartero… Y cada habitación es distinta”,
cuenta Francesca Gaffino. La noche sale entre los 100 y 350 euros por
persona.
(El
País, El Viajero, 25 de noviembre de 2018 - adaptado)
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